Protejamos el futuro

agosto 26, 2022 - Marcelo Bauzá

Te invito a hacer un pequeño ejercicio mental. Por un momento, imagina que nuestra civilización se acaba dentro de los próximos 100 años, completamente, por el motivo que se te ocurra. Solo quedarían retazos de vida por aquí y allá en un mundo desolado. Ahora, piensa como cambiaría tu vida hoy, tus proyectos, tus ilusiones y tus razones para levantarte cada mañana si eso realmente fuera a ocurrir. Qué cambios estarías dispuesto a hacer en tu vida para que esto no ocurriera, como te afectaría saber que los niños de hoy y los que aún no nacen no tendrían el placer de gozar la vida que tú tienes.

Pues bien, hoy en día se está gestando una catástrofe que puede convertir ese ejercicio mental en una realidad en las próximas décadas, y el tiempo para evitarla se está acabando. Efectivamente, se trata del cambio climático y en él todos tenemos mucho que aportar: para bien o para mal.

El promedio de emisiones anuales de CO2 de Chile es de 5 toneladas anuales por habitante, bastante más que la media mundial y cerca del promedio de emisión de varios países desarrollados. A pesar de que somos pocos habitantes, cualquier reducción en nuestras emisiones individuales cuenta en un horizonte de largo plazo, sobre todo porque implica un cambio de mentalidad que influye en todos los ámbitos de la vida.

Emisión per capita CO2 por país. 2019. Carbone 4

Si hoy estamos en posiciones de liderazgo y toma de decisiones importantes, este cambio de mentalidad tiene un efecto amplio e inmediato. Si no es así, de todas formas contribuimos directamente y podemos influir con nuestro ejemplo en quienes mañana serán nuestros líderes. A fin de cuentas, no sabemos de dónde saldrá el próximo presidente de Chile.

Las actividades que generan nuestra huella de carbono se pueden asociar en cinco grupos, y en cuatro de ellos podemos incidir directamente cambiando nuestro comportamiento. Estos grupos son transporte, alimentación, hábitat y consumo y representan en conjunto 86% del total de las emisiones que producimos diariamente. Desagregando cada grupo es fácil identificar que patrones debemos modificar para reducir nuestras emisiones.

Distribución de emisiones de CO2 por habitante promedio. Carbone 4

Tomemos primero transporte que representa casi un tercio del total. En este grupo el uso del auto se lleva casi el 80%, por lo que, con solo ser más conscientes respecto a cuándo y cómo usarlo tiene un efecto enorme en la reducción de nuestras emisiones. También existen cambios más profundos como privilegiar el uso de la bicicleta o el transporte público.

Distribución de emisiones individuales en Transporte. Carbone 4

El segundo grupo en importancia lo representan las emisiones asociadas al tipo de alimentación que elegimos. En este apartado, el consumo de carnes tiene casi el 40%, y suma 60% con el consumo de leche y huevos. En este caso modificar la frecuencia de consumo de estos dos ítems tiene casi el mismo impacto que reducir el uso del auto.

Distribución de emisiones individuales en Alimentación. Carbone 4

El tercer grupo en relevancia son las actividades que realizamos en nuestro hábitat con casi 20% del total de nuestras emisiones. Aquí la calefacción y preparación de alimentos representa el 62% del grupo, por lo que bajar el termostato a 19 ºC y migrar a sistemas eléctricos con fuentes de energía sustentable en la cocina son las acciones más efectivas a considerar.

Distribución de emisiones individuales en Energía. Carbone 4

El último grupo en que nuestra conducta impacta directamente es en el consumo de bienes. En este caso, compras para el hogar, artefactos eléctricos y de telecomunicaciones y vestuario suman 54% de las emisiones en consumo. Aplazar las compras de estos ítems lo más posible y reparar o reciclar son las mejores prácticas para reducir la huella de carbono.

Distribución de emisiones individuales en Consumo. Carbone 4

En el grupo de servicios públicos tenemos una responsabilidad indirecta pero no menor. Aquí Administración, Defensa y Enseñanza aportan con 44%, en tanto Salud e Infraestructura representan 17% y 14% respectivamente. Nuestra participación democrática es crítica para apoyar gobiernos que recorren el camino de la sustentabilidad y cambiar a los que persisten con modelos que no se adecúan a los desafíos que nos impone el presente.

El impacto en la reducción de las emisiones varía notablemente en función de nuestro nivel de ingresos. Así, quienes tienen menores salarios emiten tan solo 1,5 toneladas al año, en tanto que el 20% más rico de la población emite entre 16 y 25 toneladas anuales. Por lo tanto, y al igual que a escala internacional, es mucho mayor la responsabilidad de aquellos con mejor situación económica.

Aporte individual y colectivo a la reducción de emisiones de CO2.

En definitiva, nuestro esfuerzo si importa porque dependiendo del nivel de vida que tengamos, podemos aportar a reducir entre 20 y 45% la media nacional, bajando las emisiones de 5 toneladas promedio a menos de 3 toneladas. El resto depende del esfuerzo de nuestro gobierno y las empresas en que trabajamos.

Entre todos podemos preservar nuestro hogar para las futuras generaciones. La responsabilidad también es tuya, independientemente de cuanto ganes, que hagas y donde vivas.

Te dejamos las recomendaciones más importantes para comenzar el cambio:

  • Optimiza el uso del auto y privilegia otros medios de transporte como la bicicleta
  • Reduce el consumo semanal de carnes y lácteos
  • Baja la calefacción a 19 ºC e instala cocina y horno eléctrico
  • Aplaza siempre lo más posible cambios de mobiliario, artefactos eléctricos, de celular y vestuario y haz reparar en la medida de lo posible.
  • Apoya a gobiernos que promuevan modelos de desarrollo sustentables y fomenta estas prácticas en tu trabajo.