Un camino mejor

septiembre 21, 2021 - Marcelo Bauzá

La Paradoja de Jevons1 plantea que los aumentos en la eficiencia en el uso de un recurso conducen a un aumento general en el uso de ese recurso, no a su disminución. El efecto de esta paradoja solo puede mitigarse incorporando otros factores a la adopción del método más eficiente, como requisitos de reinversión, impuestos y regulaciones. Al menos, eso dicen los textos de economía.

Más kilómetros rinde un auto por litro de bencina, más kilómetros se conducen. Mayor velocidad de computación, más tiempo dedicamos a las computadoras. Y así al infinito. En vista del efecto observado, es ingenuo esperar que las mejoras tecnológicas por sí solas nos llevarán a un futuro sustentable reduciendo los impactos del crecimiento sobre la biosfera. Y, sin embargo, muchos aún siguen operando bajo esta idea.

Vinculado a esta falla conceptual en el pensamiento dominante, está el supuesto de que la eficiencia siempre es buena. Obviamente la eficiencia como medida se ha construido para describir resultados que de antemano se consideran buenos, por lo que la podemos considerar como una tautología, pero resultados y eficiencia pueden ser divergentes ya que no son exactamente iguales.

Para contextualizar el problema, baste tener presente que hay buena y mala eficiencia, y buena y mala ineficiencia, y sino veamos un ejemplo de cada caso. La atención médica preventiva que ahorra enormes cantidades en costos médicos futuros es una buena eficiencia. Matar a quienes no forman parte de la población económicamente activa sería una mala eficiencia así como las actividades con fines de lucro que causan daño a las personas, sin importar cuán eficiente sea. Usar una SUV2 en una ciudad híper congestionada es una mala ineficiencia pero los meandros en un río, que definen una gran llanura aluvial, son una buena ineficiencia. No siempre el camino más corto es el mejor.

Mala ineficiencia. Uso extensivo de SUVs en el Gran Santiago

El principio orientador que podría guiar ese pensamiento a menudo se omite, pero debiera incluirse y hacerse explícito: Debiéramos estar haciendo todo lo posible por llegar a un modelo de desarrollo inclusivo y sustentable, donde todos los integrantes de nuestra especie y el planeta en su conjunto estén en armonía.

Esto sugiere un principio operativo general semejante a la ética de la tierra de Aldo Leopold (1948)3, a menudo resumida como «lo que es bueno, es lo que es bueno para la tierra». En nuestra situación actual, la frase puede reformularse como «lo que es bueno, es lo que es bueno para la comunidad y el planeta». A la luz de ese principio, muchas eficiencias se ven rápidamente como profundamente destructivas, y muchas ineficiencias pueden entenderse como involuntariamente salvadoras. La robustez y la resiliencia son, en general, ineficaces; pero cumplen con el principio general.

Toda la disciplina de la economía, mediante la cual planificamos y justificamos lo que hacemos como sociedad, está plagada de ausencias, contradicciones, fallas lógicas y, lo más importante de todo, falsos axiomas y falsas metas.

Para corregir la trayectoria tenemos que profundizar y reestructurar todo nuestro pensamiento económico. Si la economía es un método para optimizar varias funciones objetivas sujetas a restricciones, entonces el foco del cambio estaría justamente en redefinir las «funciones objetivas” porque de allí parte el error.

La función a resolver debiera ser el desarrollo justo y armónico de la comunidad y la salud del planeta, no el lucro. El paso necesario para corregir la economía consistiría en trasladar la investigación de la economía a la economía política y buscar juntos las respuestas a ¿por qué hacemos las cosas? ¿qué queremos? ¿qué sería justo? ¿cómo organizamos mejor nuestras vidas en este planeta?. La economía actual resuelve solo en función del lucro y no tiene respuesta a ninguna de estas preguntas. Pero, ¿por qué debiera de tenerlas? ¿acaso para rentabilizar una inversión tienes que preocuparte de eso? No. Entonces, nos corresponde a nosotros averiguarlo4.

1- William Stanley Jevons, 1865

2- Las siglas significan Sub Urban Vehicle, el tipo de auto predominante en los barrios con mayor poder adquisitivo del Gran Santiago.

3- Una ética de la Tierra cambia el rol del homo sapiens desde conquistador de la comunidad de la tierra a simple miembro y ciudadano de ella. Esto implica el respeto por los otros miembros de la comunidad y también el respeto de la comunidad como tal.

4- Adaptado de una idea de “The Ministry for the Future” de Kim Stanley Robinson.