La pandemia por el Covid-19 seguramente obligará a las tasas base e hipotecaria a seguir bajando. La encrucijada que enfrentamos al final de este año tan particular nos lleva a plantearnos soluciones creativas para producir viviendas accesibles, o arriesgarnos a caer en una crisis terminal.
Producto de la incertidumbre, perdida de poder adquisitivo y congelamiendo de muchas actividades, los meses para agotar stock llegan a 21,5 en agosto. Ante el aumento de la vacancia y reducción de precios de arriendo, la rentabilidad se reduce 7% en un año
La transformación de la provisión de vivienda en un negocio “financiero” es una solución que puede afectar adversamente la calidad de vida de las familias residentes si no existen alternativas para producir vivienda accesible y no se implementan políticas que aseguren el bien común.
Durante los últimos 12 meses la vacancia en departamentos en arriendo aumentó 74% y los precios disminuyeron 16%. El deterioro en las condiciones del mercado podría afectar directamente a los inversionistas inmobiliarios minoristas que adquirieron propiedades para arriendo con créditos hipotecarios.
La encuesta bimensual de Inciti muestra en su medición de marzo – abril una caída de 21% en la venta mensual y un aumento de 32% en los meses de stock en proyectos en venta respecto a octubre del año pasado.
Es comprensible que la industria concentre su actividad en los sectores más permisivos. Sin embargo, dado el nivel de agotamiento del suelo en sectores centrales y la creciente preferencia por proyectos menos densos e integrados al entorno, puede ser una buena idea comenzar a mirar ahora las zonas que permiten altura media ya que no hay competencia y el precio del suelo es 1/3 de lo que se paga en las zonas de alta densidad.
La evolución bimestral del precio unitario, mix de oferta arriendo y tiempo de permanencia de avisos muestran una cambio de tendencia que comenzó tras la crisis de ocubre de 2019: la baja de precios, un mix con mayor participación de unidades más pequeñas y el aumento del tiempo para arrendar las propiedades son evidencias de un mercado mucho más cauteloso. Si bien aún no se puede hablar de un desplome de la actividad, está claro que la época de bonanza llegó a su fin.