La ciudad que queremos

diciembre 5, 2019 - admin

Por Marcelo Bauzá.

Catorce años atrás realizamos un estudio para definir dónde debía construirse la sede central de la principal cadena de ópticas de Chile. La empresa tenía arrendados varios pisos sobre Av. Andrés Bello, pero habían decidido que era hora de construir su propio edificio corporativo. Encargaron a Inciti un estudio que definió el cuadrante sur de la comuna de Santiago como la localización óptima en función de las direcciones de residencia de sus trabajadores y puntos de venta, pero finalmente se decidieron por Ciudad Empresarial.

La ubicación elegida es aún hoy una de las peores para llegar en transporte público, pero una de las mejores si se usan autopistas concesionadas. Dos temas en particular que siguen teniendo vigencia respecto a aquella decisión: la intensificación del proceso de segregación de la ciudad (aún a costa de importantes costos sociales) y un sesgo importante de quienes toman decisiones económicas respecto a la realidad del país.

Mapa de Segregación Territorial

Mapa Segregacion Santiago

Fuente: Observatorio de Ciudades Universidad Católica

Una de las decisiones estratégicas más importantes para cualquier negocio es definir para quién vamos a trabajar. Como no podemos satisfacer a todo el mundo, tenemos que saber cuáles son las características de las personas con las que queremos y podemos hacer negocio. En el mundo ideal, ojalá todos vivan en el mismo sector de la ciudad, así es mucho más fácil que accedan a nuestro producto.

Pero lo que es bueno para el “mercado” no siempre lo es para la sociedad. En Santiago es relativamente fácil encontrar el segmento de compradores que nos interesa, porque la ciudad se ha estructurado en función a lógicas de consumo. El problema es que esta segmentación territorial ha producido espacios segregados de gente que le teme a todo aquello que no está dentro del sector donde vive. Tanto es así, que un amigo me comentaba que había seguido por los medios el reciente estallido de violencia porque en “burbujulandia” – como él le llama – no pasaba absolutamente nada: sus recorridos al trabajo, el supermercado o el colegio de los niños estaban dentro de una zona donde todo seguía igual que siempre.

Así las cosas, esa distancia territorial se transforma también en distancia cultural y en una distorsión respecto a cómo se entienden los desafíos del país. Subproductos de la segregación son el miedo a lo desconocido e insensibilidad ante las demandas de los otros, que no son parte de mi entorno sino gente que vive en otra parte y de otra manera.

Este desacople es particularmente perjudicial para el negocio inmobiliario, que tiene como único cliente al mercado interno. La distancia que separa a los productores con el 56% de la población sin acceso a la vivienda de mercado, impide encontrar las soluciones que podrían transformar la industria y colaborar en la construcción de una sociedad más equitativa. Entender las necesidades y posibilidades del otro y responder con propuestas integrales generarán nuevos negocios, ayudando al mismo tiempo a transformar la ciudad.