Cambio de hábitos

marzo 12, 2021 - admin

Por Marcelo Bauzá

Días atrás, un amigo a cargo de una inmobiliaria me llamó para que le diera mi opinión respecto a cómo los cambios de hábitos obligados del último año iban a afectar la forma en que trabajamos y vivimos.

Ciertamente, hay cosas que llegaron para quedarse y otras que seguramente dejaremos de lado una vez que la crisis sanitaria mundial esté bajo control. La vivienda se ha transformado en una oficina, una escuela, un gimnasio, una sala de cine y en un restaurante abierto desde la mañana a la noche. El teletrabajo hizo crecer la venta de computadores y de sillas para oficina y los supermercados fueron tomados por asalto con un crecimiento excepcional en ventas, que fue canalizado por las aplicaciones de entrega a domicilio que ahora cubren todos los aspectos del comercio y que crecieron lo que se esperaba en tres años en solo uno.

Aumentaron las ventas de libros, de juegos de mesa y de videojuegos, de máquinas de coser y de herramientas para arreglos en el hogar. También, y como era de esperarse, las redes sociales y los servicios de streaming tuvieron su año como lo indica el crecimiento de 33% del grupo de Mark Zuckerberg y los 200 millones de abonados que a Netflix le permitieron llegar al punto de equilibrio 23 años después de su creación.

Esta “nueva normalidad” se vivió de manera distinta en cada hogar

Esto tiene directa relación con la disponibilidad de recursos, espacios y tiempo, como lo demuestra el informe anual que Ikea prepara cada año, encuestando a miles de personas en todo el mundo.

Como era de esperarse, los resultados para este año fueron marcadamente diferentes respecto a años anteriores. Si en el 2018, un tercio de las personas señalaba que se sentía más cómoda en centros comunitarios, parques o casas de amigos que en sus propios hogares por falta de comodidad o privacidad, en el 2020 el 96% de las personas encuestadas no tuvo más alternativa que pasar todo su tiempo en casa debido a la pandemia.

Para algunas personas sus hogares estuvieron a la altura del desafío que implicaba vivir encerrados: 46% de los encuestados dijeron que sus viviendas satisfacían sus necesidades emocionales. Parte de esto tuvo que ver con las nuevas actividades que la gente comenzó a hacer en casa.

Cuatro de cada diez personas dijeron que disfrutaban el tiempo que pasaban solos, haciendo ejercicios, leyendo, trabajando en el jardín o cocinando. Aquellos que vivían en familia disfrutaban de más tiempo con sus seres queridos, particularmente al recuperar las comidas diarias que antes se hacían en la calle o en el trabajo. Un tercio de las personas descubrió cómo socializar virtualmente y el 43% disfrutó jugando juegos de mesa.

La pandemia también puso de manifiesto la desigualdad

Cuando se trataba del hogar, aquellos con menos recursos tuvieron más experiencias negativas, en parte porque sus relaciones personales comenzaron a deteriorarse. Solo dos tercios de los encuestados en los tramos de ingresos más bajos dijeron que las personas en su hogar se apoyaron entre sí para lograr objetivos comunes, en comparación con el 83% de las familias con ingresos medios o altos. Los jóvenes también lo pasaron mal debido a la necesidad de espacios exteriores, que este grupo tiene para satisfacer sus necesidades emocionales.

A pesar de que hubo mucha variación en términos de cómo los distintos hogares satisfacían las necesidades de la población, el 78% de las personas dijeron que su hogar se convirtió en “su santuario” en el mundo. Con la enfermedad y la muerte arrasando en todas partes, las personas de todos los grupos socioeconómicos intentaron encontrar seguridad puertas adentro, y seguramente lo vivido en los últimos doce meses cambie nuestra relación con el hogar de manera duradera.

Durante la pandemia, 2 de cada 5 personas realizó cambios importantes en sus viviendas, y es probable que a futuro este tipo de innovaciones continúen siendo habituales cuando se elija un nuevo hogar o se rediseñe el existente.

El estudio de Ikea nos muestra que las personas priorizan el espacio y la proximidad a la naturaleza cuando piensan en lo que hace a un buen hogar, con 47% de los encuestados (53% entre los menores de 35 años) dispuestos a alejarse más de sus lugares de trabajo, para acceder a estos beneficios.

Cuando se trata del diseño de sus viviendas, más de un tercio prioriza ahora una oficina en casa, jardín y espacio para dedicarse a sus pasatiempos.

La experiencia reciente nos obliga a repensar los espacios que habitamos, que diseñamos y construimos, para que respondan a las nuevas demandas surgidas tan súbitamente y en tan poco tiempo. Quizás esta marcha forzada pueda ser aprovechada para que nuestras viviendas se transformen de un espacio residual a otro que sirva como vehículo hacia una mejor calidad de vida.